Exposición Permanente Casa del Regidor

Saturday, May 13, 2006

La Ribera, testigo indeleble de la historia portuense.

La Casa del Regidor a lo largo de su historia ha sufrido grandes transformaciones y por ella han pasado numerosos propietarios y vecinos, pero será el más emblemático, El Regidor Perpetuo de El Puerto de Santa María Don Manuel de Rosales y Velasco, quien le de su nominación actual.

La construcción de esta casa se produjo en un momento esplendoroso de la historia portuense, a finales del s. XVII, gracias al comercio con América. Sin embargo, su ubicación en plena Ribera del Río nos ha conducido a reflejar otra realidad histórica: la importancia de la pesca y el marisqueo en esta ciudad. Es evidente, por tanto, la relevancia del Guadalete. Como prueba podemos citar a Homero: “uno de los guerreros que se introdujeron en la ciudad de Troya, escondidos en el vientre de aquel caballo de madera para abrir las puertas de ésta y permitir la entrada al ejército griego, fue el caudillo ateniense, Menesteo. El cual, según la leyenda, tras conquistar Troya navegó por el Mediterráneo hasta encontrar, tras cruzar el Estrecho de Gibraltar, una abrigada bahía en la que se introdujo con sus navíos, para desembarcar junto a la desembocadura de un río y fundar allí una ciudad a la que puso su nombre: El Puerto de Menesteo”. A partir de entonces el Río Guadalete marcará el destino de esta ciudad.

La Proyección marítima portuense, la principal fuente de riqueza

Será la Carta Puebla, entregada por Alfonso X el sabio a esta ciudad, la que establezca las bases económicas.

Los portuenses desarrollaron, a partir de entonces, actividades que le permitieron explotar los recursos que el mar les proporcionaba, de hecho, ya en el S. XV, los barcos con base en esta ciudad iban a faenar a las costas africanas.

No sólo se dedicaban a la pesca, también extraían recursos en sus extensas playas y su río Guadalete. El comercio marítimo también fue clave en el desarrollo y progreso de la ciudad. En primer lugar, el comercio interior basado en la importación de manufacturas de Cataluña y Levante, y la exportación de pescado seco y salado tanto a Cádiz como a la propia región levantina.

A partir del descubrimiento de América, el comercio con el Nuevo Continente será la principal actividad económica durante los siglos posteriores (XVI, XVII, XVIII).

Por tanto, será la proyección marítima la principal fuente de riqueza y sustento de esta ciudad.

Su Historia

La Casa del Regidor se encuentra ubicada en la calle de la Ribera del Río, en la manzana comprendida entre ésta y las calles Luxa (actual Luja), Callejuela de Don Bernardino (actual Puerto Escondido) y la actual calle Mayorga.

Esta casa representa un prototipo clásico de gran significado histórico de las casas con patio de los siglos XVII-XVIII, época de gran esplendor y transformaciones espirituales, económicas y sociales de esta ciudad. Ésta se puede relacionar con una casa de Cargadores a Indias, como otras muchas casas-palacios que existen en nuestra ciudad, citadas queden la de Araníbar, la de Vizarrón, el palacio de Imblusqueta, el de los marqueses de Villarreal de Purullena, etc.; construidas a partir del desarrollo del comercio colonial americano.

De casa-palacio a casa de vecinos


En 1707 esta casa perteneció a Don Juan Antonio de La Peña, Presbítero Comisario del Santo Oficio que vivía con su hermana Doña Josefa de la Peña, viuda del capitán Miguel de Mendoza, y Don Manuel de Rosales y Velasco, caballero de la Orden de Santiago, el cual se dedicó a actividades mercantiles.

Posteriormente, la casa pasó a manos de Don Miguel de Rosales y Velasco, hijo de Don Manuel, el cual arrendó la vivienda a varios vecinos pobres. Más tarde, en 1789 la casa se convertiría en un hospital de Caridad.

A partir del siglo XIX, fue ocupada de nuevo por vecinos de El Puerto, así como por gentes llegadas de otras poblaciones cercanas como Jerez y Sanlúcar, que venían a esta ciudad en busca de mejor suerte. Estos se van a dedicar a la pesca, a la obtención de la sal, y a actividades relacionadas con la elaboración del vino y su comercialización.

Los soportales, un elemento arquitectónico típico de El Puerto

El trayecto conocido como la Ribera del río Guadalete, es uno de los elementos urbanos de mayor importancia de la ciudad, siendo uno de los ejes de crecimiento y aportando características arquitectónicas y urbanas exclusivas. El trazado al que hacemos referencia comprende el espacio entre la calle Pozos Dulces (Convento del Espíritu Santo) y el comienzo de la calle Aurora (Antigua Plaza de la Pescadería), quedando definida por un elemento arquitectónico característico y de gran interés: los soportales.

Es necesario señalar que a lo largo del siglo XVIII los soportales se prolongaban a lo largo de la calle Micaela Aramburu (actual calle Aurora) sobre todo, se podía apreciar en dos edificios: el que fue Real Fábrica de Aguardientes y posterior Aduana, en la antigua Plaza de la Pescadería y en la Panadería Pública.

Este elemento se irá poniendo de moda y construyendo a partir de principios del siglo XVIII en las casas situadas en la Ribera. Desde el cabildo municipal se aconsejó su construcción, puesto que permitía el resguardo de los vientos orientales, el paso de caminantes que se veían perjudicados por el tránsito de carruajes y viceversa, por supuesto para los propietarios supuso ganar un espacio útil para ampliar sus viviendas.

Los soportales en tan marinera ribera tomaron una función tradicional: acoger, a la sombra, el trabajo de calafates, en la carena de las embarcaciones y de pescadores, en el aderezo de sus redes.

El Regidor Rosales y Velasco

A lo largo de su historia, la Casa del Regidor, ha sido habitada por muchas familias de vecinos portuenses. Entre ellas destaca la ilustre familia Rosales y Velasco. Esta familia habitó la casa en la primera mitad del siglo XVIII, cuando comenzó el monopolio comercial de Cádiz con América.

En esta época El Puerto de Santa María experimentó un fuerte crecimiento demográfico. El establecimiento de la Casa de Contratación en Cádiz en 1717 favoreció la llegada de personas de comarcas vecinas, de regiones alejadas como Santander, Navarra, Galicia, Castilla, así como de países extranjeros.

La economía portuense, a principios del s. XVIII y durante gran parte de él, se basó en el comercio con América. Este sector junto a la agricultura fueron de vital importancia para el grupo social dominante en la población de esta ciudad: los hidalgos.

Uno de estos hidalgos que llegaron en busca de fortuna fue don Manuel de Rosales y Velasco, Caballero de la Orden de Santiago. Este hidalgo procedía del Norte de España, concretamente de la región cántabra, y llegó a El Puerto para hacer fortuna. Se estableció en esta casa, que era morada de D. Juan Antonio de la Peña, Presbítero Comisario del Santo Oficio de la Inquisición, y de su hermana Doña Josefa de la Peña, viuda del Capitán de las Galeras Reales, Don Miguel de Mendoza. Con esta última Don Manuel contrajo matrimonio en 1705.

El hidalgo Rosales y Velasco se dedicó a la exportación de vinos a América, y de ahí que la Casa del Regidor tomara la estructura propia de una “Casa de Cargadores a Indias”. Además de esto se dedicó a cultivar las tierras que iba adquiriendo gracias a las riquezas que conseguía con el comercio.

Una vez que consiguió cierta relevancia económica, llegó a ser Sindico Procurador del Cabildo portuense, antes de que El Puerto se incorporase a la corona de Castilla. Posteriormente, tras demostrar su limpieza de sangre y su hidalguía, solicitó a la corona el cargo de Regidor Perpetuo. Para ejercer este cargo, tanto en Jerez como en El Puerto de Santa María, era necesario pasar las pruebas de nobleza, limpieza, legitimidad y habilidad. Dichas pruebas consistían en demostrar, con testigos, que el pretendiente, sus padres y abuelos eran hijosdalgos de sangre.

Fue Regidor Perpetuo desde el doce de mayo de 1731 al treinta y uno de diciembre de 1734, posteriormente su hijo don Miguel de Rosales y Velasco heredará el cargo, así como los negocios y propiedades de éste y las de su tío D. Juan Antonio de la Peña.

Don Miguel de Rosales y Velasco estableció su residencia en esta casa, junto a su hermana, soltera igual que él, hasta 1789. A partir de esta fecha la casa fue arrendada a vecinos pobres de El Puerto. Más adelante se convirtió en Hospital de la Caridad y en el S. XIX se convirtió en una Casa de Vecinos típica de esta zona de Cádiz, permaneciendo así hasta hace unos años.

El Guadalete, el elemento geográfico más importante de la historia portuense.

Este río fue clave en la fundación de la ciudad y fue fundamental en la posterior llegada y presencia de los fenicios y los romanos, los cuales lo aprovecharon como vía para llevar a cabo una destacada y rica actividad comercial. Un hito que demuestra con mayor rotundidad esta afirmación es la Carta Puebla que Alfonso X el Sabio entregó a esta ciudad tras su reconquista. En ella se pusieron las bases para que los repobladores cristianos explotaran económicamente el río.

Alfonso X no se equivocó y pronto en El Puerto se activó un intenso comercio con América, y prueba de ello es la gran cantidad de “Casas de Cargadores a Indias” que se construyeron entonces. También destacan otras fuentes económicas como son la extracción de la sal, la pesca y el marisqueo.

Estas últimas actividades han sido muy significativas, de hecho la importancia de la pesca es comparable a la que tuvo en esta ciudad el comercio. Tanto es así que las embarcaciones portuenses han ido a faenar desde el s. XV, aunque quizás lo hacían anteriormente, a las aguas del Norte de África, compaginándola con la extracción que se realizaba en aguas del Golfo de Cádiz.

A pesar de esto, en esta exposición vamos a destacar las actividades y elementos utilizados para explotar los recursos que ofrecen el río y las playas portuenses.

La pesca y el marisqueo

Los pescadores artesanales portuenses han utilizado, a lo largo de la historia una gran variedad de útiles, destacando: trampas como las nasas, aparejos como los palangres (ramales de anzuelos unidos por un cabo madre), artes como los trasmallos (paños de redes), etc.

Estos pescadores alternaban la pesca en el río con el marisqueo. Al atardecer salían con sus botes para “calar” las redes –introducirlas en el agua-, y al amanecer volvían para “chorrar” –extraerlas del agua- y llevar las capturas al pueblo. A continuación solían ir a mariscar.

Solían mariscar diversas especies, destacando los muergos en la espalda del bajo –actual muelle comercial- y en el río San Pedro, los ostiones bajo el puente de la Nacional IV que comunica El Puerto y Valdelagrana, las coquinas y almejas en el Aculadero –actual Puerto Sherry- y el río San Pedro, etc. También se solía mariscar todo esto en la playa de la Puntilla, la cual ofrecía, junto al Aculadero y la “colorá”, una gran cantidad de recursos a los portuenses.

Esta exposición hace un homenaje a todos los vecinos que han pasado por esta casa. De su vecino más ilustre adquiere el nombre, Casa del Regidor, y del resto toma las actividades a las que se dedicaban, puesto que la mayoría de los vecinos se han dedicado a la pesca y el marisqueo para sustentar a sus familias.